[ad_1]
Las respuestas de Zsolt Demetrovics (Budapest, Hungría, 51 años) llegan tras un silencio reflexivo. “En 30 años ha cambiado una forma de relacionarnos que era milenaria”, dice, y admite que es lógico que existan dudas o recelos a las nuevas tecnologías. “Detrás de los videojuegos online hay la misma necesidad de socializarse y divertirse que siempre”. Presidente de la Sociedad Internacional para el Estudio de las Adicciones Comportamentales, atiende a EL PAÍS poco antes de dar una conferencia en el hospital de Bellvitge sobre adicciones comportamentales.
Pregunta. ¿Tiene redes sociales?
Respuesta. Tengo cuentas en Facebook, Instagram y LinkedIn, pero no las uso. No tengo tiempo.
P. ¿Le preocupan su impacto en los jóvenes?
R. La cuestión es cómo usamos las redes y las tecnologías. En mi infancia ni siquiera teníamos teléfono en casa y teníamos que ir a la cabina del pueblo. Ahora tenemos toda la información en el móvil. La tecnología se ha desarrollado muy rápido en los últimos 25 años y es muy difícil adaptarse a estos grandes cambios. Nos ofrece muchas posibilidades, pero también hay riesgos.
P. ¿Qué riesgos?
R. La adicción y el sobreuso. Pero hay más consecuencias: físicas por el sedentarismo al que nos lleva estar delante de un ordenador, problemas oculares, de sueño y de relación interpersonal.
P. ¿Existe una relación entre el sobreuso de los videojuegos y la soledad a medio o largo plazo?
R. Este es un problema importante. Cuando empezamos a usar las redes sociales, los dispositivos o los videojuegos hay una razón detrás. Tenemos que mirar los motivos. Antes, la única forma de quedar con alguien era ir a su casa o a algún sitio; mientras que ahora también es posible hacerlo online. Es algo bueno, pero puede tener unas consecuencias negativas para la persona.
P. A menudo usted habla de escapismo.
R. Sí. El escapismo puede ser relajarse, disfrutar o socializar. Jugar por Internet está bien tras un día de estrés. Esto es relajarse, como podría serlo tomar una copa de vino tras discutir con el jefe. El problema aparece cuando el uso de Internet o de los videojuegos tiene una afectación negativa significativa en el trabajo, los estudios o en nuestras relaciones y perdemos el control del tiempo en ello.
P. ¿Cuánto tiempo es el máximo?
R. Es difícil concretar una cifra y si esta es la única solución. El riesgo es escapar para olvidar los problemas. Está bien desconectar, pero la cuestión es: ¿al día siguiente afrontaremos el problema o seguiremos haciendo lo mismo?
P. ¿Somos menos capaces de afrontar los problemas?
R. Hay diferentes estrategias y algunas personas tienen más que otras. Hay gente que se discute con el jefe y lo afronta con naturalidad: “De acuerdo, seguiré haciendo mi trabajo”, dicen. Otros le dan vueltas y más vueltas durante días y tienen más dificultades para gestionar el estrés emocional. Son más propensos a buscar sustancias o determinados comportamientos para reducir su angustia.
P. Las adicciones crecen entre los menores. ¿Por qué?
R. Las adicciones a los videojuegos son más frecuentes entre los jóvenes, pero vemos que en comparación con la mayoría de los comportamientos adictivos, incluidas las sustancias alcohólicas o los juegos de azar, parecen ser un trastorno mucho menos progresivo. La recuperación espontánea es bastante frecuente entre los jugadores jóvenes.
P. ¿Cómo ocurre?
R. Por ejemplo, un adolescente llega a jugar 10 o 12 horas diarias y al cabo de unos meses o medio año la situación decrece y se normaliza. Esto no ocurre con el alcohol. Cuando se empieza a beber, el problema evolucionará durante una o dos décadas en la mayoría de casos.
P. ¿Qué explicación hay?
P. Aún no sabemos suficiente. Puede ser que la persona no pueda disfrutar más o conseguir el efecto que busca con los videojuegos. Es necesario investigar más para saber si la adicción a los videojuegos es un problema progresivo o transitorio.
P. ¿Éramos más felices antes de Internet?
R. No lo creo. No me gusta calificar la realidad vinculada a las nuevas tecnologías como algo bueno o malo. Ha habido un gran cambio en nuestras vidas y aún no estamos adaptando. Las redes sociales existen porque existe una necesidad. Vivimos en una sociedad más individualizada, y en vez de parar en la calle y compartir nuestro día a día con los vecinos como hacíamos hace años, conseguimos Likes. Nuestras necesidades no han cambiado, pero sí nuestro entorno.
P. Las escuelas reclaman una revisión del uso de las tecnologías.
R. Se necesita tiempo. Hemos visto las grandes posibilidades de las tecnologías: fuimos capaces de hacer clases online durante la pandemia y precisamente gracias a ello reconocemos ahora la importancia de la educación presencial.
P. ¿Cuándo deben introducirse las pantallas a los niños?
R. Seguramente no sea muy sano hacerlo en edades muy tempranas, y luego tarde será necesario hacerlo conjuntamente padres e hijos. No es bueno dar el móvil o el iPad a nuestro hijo para que vea algo solo, como tampoco era una buena idea poner al niño delante de la tele. Hay una interacción entre la pantalla y el menor. Lo que no es recomendable es dar a los niños una pantalla para que se calme, porque llora o porque está enfadado. Para eso no tenemos que usar la tecnología.
P. Los padres no tienen modelos para educar en la tecnología.
R. Exacto. No lo vivimos cuando éramos pequeños y ahora estamos aprendiendo junto a nuestros hijos. Nos alertaban del uso del alcohol, pero no de las tecnologías porque no existían. Es bueno marcar las reglas y los límites junto a los niños. Tenemos que entender que ellos hacen cosas diferentes a lo que hacemos nosotros y qué significa un móvil para ellos.
P. ¿Las administraciones públicas deben regular el uso de la tecnología en el sector educativo?
R. No intervendría muy drásticamente, sobre todo a nivel de los usuarios, sino de los desarrolladores. Lo importante es explicar los riesgos. Los gobiernos tienden a solucionar los problemas con leyes, pero los trastornos mentales nunca se han solucionado con una regulación.
P. La edad media del acceso a la pornografía ha descendido hasta los ocho años, según Agencia Española de Protección de Datos (AEPD).
R. El consumo de pornografía es un problema creciente. La cuestión es qué motivos hay detrás. Acostumbra a ser una acción compensatoria o de sustitución. Si se ve porno para potenciar la vida sexual no debe de haber ningún problema, pero si se consume por insatisfacción o por problemas de pareja, ya es diferente. No se solucionarán viendo porno.
P. ¿El porno es el peor enemigo de la salud sexual?
R. No lo creo. Puede contribuir a entender que hay cosas que no deben normalizarse. El mayor riesgo del porno es que muestra un sexo irreal.
P. Los padres pueden jugar a videojuegos con los hijos, pero no ver porno con ellos. ¿Cómo se les introduce la sexualidad?
R. Siempre es difícil introducir a nuestros hijos en la sexualidad. Depende de nuestra relación. (Duda) Creo que es bueno jugar juntos, pero ciertamente no creo que sea bueno ver porno juntos. (Vuelve a reflexionar) No es una respuesta sencilla.
P. ¿Cuál es la adicción comportamental de mejor pronóstico?
R. Una de las dificultades de las adicciones comportamentales es que son parte de nuestra vida. El objetivo de un alcohólico es la abstinencia, no beber más; el objetivo de un adicto a Internet o al sexo no puede ser dejar de tener relaciones sexuales o no jugar a videojuegos.
P. ¿Cuál es su objetivo?
R. Aprender a controlarlo. Y es muy difícil.
Puedes seguir a EL PAÍS Salud y Bienestar en Facebook, Twitter e Instagram.
Suscríbete para seguir leyendo
Lee sin límites
[ad_2]
Source link